Como ya me vais conociendo un poco más, además, voy teniendo cada vez más confianza con vosotros, quiero hablaros hoy de mi difícil relación con la Iglesia. Siempre he sido un hombre de Dios, iba a misa, rezaba, conocí al papa León X, pero no siempre he estado de acuerdo con esta institución. Junto a mi gran amigo John Colet y algunos amigos pertenecientes a los monasterios agustinos, decidí analizar las obras más importantes pertenecientes a las civilizaciones tanto griegas como romanas orientándolas a la sociedad en la que me encontraba, buscando obtener la información más relevante que contenían estas obras para que todas las personas que pudiesen las leyesen.
Sería en Basilea, os adjunto una imagen excelente de su ayuntamiento, donde me vi obligado a retirarme debido a las persecuciones a las que me encontraba sometido. En esta preciosa ciudad me sentí muy bien recibido y me volví a rodear de excelentes personas y amigos que creían en mi forma de ver el mundo y la vida. Pero os estaréis preguntado: ¿Cómo llegue a ser perseguido? Bueno antes de nada, debo decir que creía en la doctrina católica y en la estructuración de la Iglesia, sin embargo, estaba en total desacuerdo con la rutina, supersticiones y la ignorancia que impregnaba esta institución, así que, a través de mi formación universitaria y mi capacidad para transmitir ideas buscaba que la Iglesia permitiera una mayor libertad de pensamiento, evidentemente esto me acarreo muchos enfrentamientos con la Iglesia pero, al fin y al cabo, nos encontramos en el Renacimiento, la Iglesia necesitaba un lavado de cara, al menos por dentro, que nos permitiera una mayor libertad y así liberarnos del yugo del pensamiento dominante perteneciente a la Edad Media.
Esto último provoco que tuvieran que declarar los ataques que había realizado a la Inglesa, evidentemente, declaré públicamente que no iban dirigidos ni a la Iglesia ni muchos menos a Dios, sino a los obispos y frailes que se aprovechaban de la buena fe de los cristianos para venderles el paraíso y haciendo de esta hermosa religión un negocio. Finalmente creyeron mis palabras gracias a mi trabajo con la Biblia, dado que de esta forma se confirmaba mi fe a la doctrina católica, y su gran difusión a nivel público me granjeó una gran fama y fui admirado tanto por católicos como por protestantes.
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